Retablo de San Bernardo

1. Presentación

Retablo ubicado en el lado de la Epístola, compuesto por predela, cuerpo central dividido en tres calles y acusado remate.

Predela: ocupan la predela escenas en medio relieve de la vida del Santo, tren en total, actuando cada una como base de las calles del cuerpo central.

Enmarcando estos relieves narrativos, pequeñas escenas albergan las tallas de los cuatro Evangelistas que, a su vez, sirven de base a las cuatro columnas salomónicas que recorren el primer piso.

Cuerpo del retablo : el cuerpo principal, dividido en tres calles, dedica la central a un único tema: el grupo escultórico que representa a San Bernardo arrodillado ante Cristo en la Cruz, sobre un sencillo fondo arquitectónico.

Las calles laterales, sin embargo, se dividen en dos pisos y cada uno de ellos está ocupado por la talla, en bulto redondo, de un santo: Santa Elena y Santo Domingo en la calle lateral izquierda y Santa Catalina y San Francisco en la derecha.

Separan las calles columnas salomónicas con decoraciones en relieve de hojas de parra y racimos de uva, puttis y figuras de pájaros. Son estas columnas las que sustentan un entablamento muy avanzado y quebrado compuesto por arquitrabe, friso corrido y cornisa muy volada, cuyo techo alterna pequeñas ménsulas y pinjantes como elementos decorativos.

Las calles laterales cierran con un tímpano trilobulado.

Cierre del retablo: la estructuración del remate es semejante a la del cuerpo inferior: calle central con tema escultórico del Calvario, compuesto por las figuras de Cristo en la Cruz, San Juan y la Virgen, ante un paisaje de fondo que reproduce la ciudad de Jerusalén.

Termina con un tímpano curvo con la figura del Padre Eterno y en los extremos las esculturas de San Pedro (a la derecha) y San Pablo (a la izquierda).

Como cierre lateral del remate se colocaron alerones que salvan el desnivel con el cuerpo central y que reproducen la figura de Baco, a diferencia de los del cuerpo central que actúan a modo de guardapolvo.

Datos sobre su encargo y factura

El encargo del retablo de San Bernardo se debe a la devoción de un mercader de Huesca llamado Bernardo Lasala, el cual lo encargó al escultor Cristóbal Pérez, quien a su vez dejó en Huesca otras muestras de su trabajo como la mazonería del retablo mayor de Santa María in Foris.

Terminada la talla del retablo se encargó su dorado a Francisco Gutiérrez, firmando la capitulación el 1 de mayo de 1653 (da cuenta de esta capitulación Federico Balaguer en la revista “Argensola”).

En ella se estipulan una serie de condiciones de tipo técnico, especificando que el retablo tanto en los adornos como en las historias deberá quedar como un “ascua de oro”. La obra se concretaba en 75 escudos y el dorador debería acabarla en tiempo de 10 meses, contados desde el primero de mayo de 1653 y tras su término debería ser reconocida la obra por personas peritas.

2. Restauración

El trabajo de restauración del Retablo Mayor de la Basílica de San Lorenzo ha sido llevado a cabo por las restauradoras Elena Aquilué Pérez y Rosa Abadía Abadías, autoras de la memoria sobre su proceso de restauración, documentación volcada en este apartado.

Se trata de un retablo de madera tallada, policromada y dorada, fijado y anclado al muro con sistemas y sujeciones de la época.

El estado de conservación antes de la restauración presentaba la estructura del retablo debilitada por acción de varios agentes degradadores. El paso del tiempo, el propio paso de la mazonería, el ataque de xilófagos y las abundantes y repetidas escorrentías producidas las goteras de la cubierta, habían afectado considerablemente al conjunto y especialmente a la calle central.

Los golpes fortuitos en la predela habían condicionado la pérdida de las pares más salientes de volumen escultórico (volutas, manos…).

Se observaba además la pérdida de volúmenes en otras zonas del retablo, por causas difíciles de determinar (friso decorativo de la calle lateral derecha, ménsulas, alerones…)

Preparación, policromía, dorado y barnices

La preparación se basa en una mezcla de colas animales y sulfato o carbonato cálcico, aplicada en varias capas. Se halló además, en las zonas doradas, carbonato cálcico, aplicada en varias capas superpuestas de arcillas rojas, llamadas boles, sobre las que directamente se colocaba el pan de oro.

Tras el examen organoléptico se apreciaron diferentes técnicas de policromado.. En los grupos escultóricos se apreciaron pigmentos aglutinados con óleos, mientras que en los relieves que relatan las escenas de la vida de San Bernardo se optó por una decoración pictórica de esgrafiados y estofados sobre base de oro. En la mazonería se observó una alternancia de oro, rojo y verde, creando un juego cromático que destaca las zonas más relevantes de la estructura.

Las zonas doradas están realizadas con la técnica de dorado al agua, utilizando láminas de oro fino, adheridas con “templas” de colas animales.

Se aprecian barnices de diferentes naturalezas en distintas zonas del conjunto. En la parte baja se reconoce una abundancia de capas superpuestas, mientras que en las partes altas no existe tal acumulación.

Antes de la restauración, se apreciaba una alteración de los colores derivada del oscurecimiento, por oxidación, de los barnice superpuestos. También interferían en la vivacidad de los tonos la capa de polvo y suciedades acumuladas sobre las piezas.

En zonas localizadas se observaba una falta de adherencia de la preparación y policromías al soporte. En muchos casos esto había provocado la pérdida, afectando directamente a la calle central.

Existen repintes de purpurina en el frontal de la mesa de altar que ocultan la policromía original, que probablemente consista en una decoración a base de panes o láminas de metal.