La mirada San Lorenzo

A lo largo del año San Lorenzo ocupa, seguramente, en el corazón demuchos oscenses un lugar preeminente; y, en muchas ocasiones a lo largo del año, sus oraciones se habrán dirigido hacia él y sus pasos en más de una ocasión se habrán encaminado hacia su restaurada iglesia.

Y San Lorenzo hoy, y siempre que se nos presenta, lo hace con historia personal, con su tarjeta de visita, que dice más o menos esto: San Lorenzo de Huesca, diácono y mártir, Plaza San Lorenzo, 2.-Huesca.

Las primeras palabras nos indican como su profesión, su especialidad. Las segundas, su dirección.

Diaconado y martirio son los fundamentos de su santidad. Porque vivió como vivió, sirviendo a los pobres, lo mataron. Y, por eso, nosotros celebramos su martirio, y recordamos su muerte, que para nosotros es victoria.

Pero cuando nosotros estos días le dirijamos la mirada deberemos saber leer. Deberemos ver lo que hay detrás de esa imagen en su capilla, o de ese busto de la peana.

Allí hay una vida gastada en el servicio. Allí hay un diácono, o sea, un servidor. Desde ahí San Lorenzo nos está invitando a servir, a estar abiertos a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy, de los pobres, de los marginados y excluidos por esta sociedad nuestra que llamamos del bienestar.

Allí hay una vida entregada por ser fiel a su opción. Allí hay un mártir.

También en nuestra sociedad hay mártires, hombres y mujeres que han sido capaces de morir por una idea. Y en nuestra Iglesia también. También en ella hay hombres y mujeres que sellan con su vida la fidelidad a su compromiso que han asumido en un momento y ha dado sentido a su vida.

Descubrir el sentido de ser Iglesia

No sé si a alguno de nosotros le tocará vivir ese martirio “rojo”. Pero, sí que a todos nos tocará vivir ese otro martirio “gris” del día a día, del trabajo responsable, de la honradez y sinceridad, de la coherencia, de la fidelidad, del cumplimiento de la palabra, del vacío, a veces, de nuestras propuestas, criterios y planteamientos, del compartir, de la acogida.

Y allí un cristiano, un miembro de la Iglesia que se comprometió con ella y desde ella sirvió a los pobres.

Sentirse Iglesia no es sólo estar bautizado. Sentirse Iglesia es vivir en tal sensibilidad que nada de lo que en ella pasa, de bueno o de malo, a puede resulta indiferente ni extraño.

Sentirse Iglesia as asumir con claridad y decisión un servicio, una tarea en ella.

San Lorenzo descubrió que lo suyo, como lo de Jesús, eran los pobres y los sirvió hasta la muerte.

Mirar al santo, y no descubrir nada de esto con la mirada es tener un grado elevado de “miopía religiosa”. Una mirada sin contenido es una mirada vacía, y una mirada superficial es una mirada imperfecta.

Todo sabemos que hay mirada que penetran, ¡que sea así nuestra mirada al Santo!

Agustín Catón